Una de las tantas pasajeras del mundo. Esta es mi mirada a las cosas que pasan conmigo, en Lima, y -si me entero- en el resto del planeta también.

8/08/2009

Leyendae Familiaris. Re-cuento familiar en Realismo Mágico Peruano


Hoy soñé con sangre. Sangre rasposa en mi nariz cada vez que estornudaba, era un síntoma de la gripe porcina (recuerden que es un sueño). Luego, el raspado se hacía gota y la gota chorro, chorros de sangre brotaban de mi nariz. Desperté e inmediatamente activé la alarma familiar.

Dicen las Chocano que cuando sueñas con sangre es signo de que le robarán a alguien de la familia (el monto depende de la cantidad de sangre que veas en el sueño y en el mío eran chorros). La última vez que un miembro de nuestra familia soñó con sangre le robaron a mano armada. Los mitos en mi familia se hacen realidad.

Llamé a mis padres a su casa, envié un e-mail a Francia donde vive mi hermana y desperté a Alfre. Yo no soy de estas creencias mágico-religiosas, pero la sangre es la sangre. Y el soñar con sangre no es la única creencia que conserva mi familia materna. Otro sueño recurrente es soñar con los muertos, con nuestros muertos. En sueños, ellos nos envían mensajes como cuando mi tía Rosi le pidió a mi hermana que me dijera a mí que le dijera a Alfre que tenga cuidado. A los dos días, una combi se estrelló contra el taxi en el que iba mi entonces enamorado. Él ya estaba advertido y no le pasó nada (menos mal).

Para entender a mi familia, habría que saber de dónde vienen. Huánuco ciudad no es completamente serrana ni enteramente selvática. Durante toda mi vida la idea del Perú “profundo” que tenía era Huánuco, pero el Huánuco que escuchaba de mis tíos. La Costa, la Sierra y la Selva como estampas me eran muy ajenas y se me mezclaban entre sí. Para mí, “el Tunche” era un duendecillo andino. Error, lo es “El Pishtaco”. “La única Pachamanca era huanuqueña y se hacía nada más que con carne de cerdo”. Error, todos los pueblos del Ande tienen su propia versión de este delicioso platillo. “En el Perú es normal comer cuy”. Error, en el cole era vista como bicho raro cuando les contaba del Picante de Cuy buenazo que hacía mi abuelita. Ni qué hablar del dejo que tienen, inimitable. Esa mezcla serrana con selvática es yuca de sacar, así como entender los diminutivos de los nombres. “Anshico” se les dice a los Andrés, mi tía Camila era “Camicha”, mi tía Eloísa “Losha”, las Jacintas son “Jashikas” y los Migueles “Miquishos”.

Regresando a los orígenes de mi familia, la leyenda dice que Francisco Chocano llegó a Macondo, digo a La Esperanza, Huánuco junto con Cáceres en su Campaña de la Breña. Dicen que dejó en Tarapacá a hermanos, padre y fortuna y que al conocer a una lugareña (mi tatarabuela) decidió no regresar más, dicen. Uno de sus hijos fue Valentín, criador de caballos, quien a su vez tuvo a Andrés, mi abuelo. A todos ellos, Francisco les heredó el ya legendario carácter y temple jodido de Los Chocano. De ahí que los nombres de varones que más se repiten en mi familia sean Francisco y Andrés, o sus respectivas chapas “Pancho” o Anshico”. Esta tradición se terminó cuando todas las hijas de mi abuelo le pusieron a sus primogénitos el nombre de Andrés, en su honor. Al igual que mi abuelo, quien murió a los 45 años, todos estos niños murieron, unos a los pocos días, otros nacieron muertos. “Nunca le pongas a tu hijo el nombre de un familiar difunto, pues se lo llevará con él”, dicen todas las tías.

Mis dos tíos más pequeños nacieron con 6 dedos en cada mano. Para la medicina, este trastorno genético se llama Polidactilia. Para la familia, esto pasó porque mi abuela, estando embarazada, contaba los deditos de las patas del cuy. Este mito, fue corregido y aumentado con la siguiente frase: “no mires ningún animal cuando estés embarazada, pues tu bebé sacará alguno de sus rasgos”. Ya veían a mi mamá prohibiendo a mi hermana ir al Parque de las Leyendas cuando cargaba a la pequeña Emilie en la panza.

Con el pasar del tiempo y ya asentados en Lima, estas creencias se han renovado muy poco y las que aparecen son muy pasajeras. Lo que sí se ha hecho más evidente es el carácter y la presión alta heredados de Francisco, y el útero invertido, que en algún salto genético una de las mujeres de esta casta se lo dejó a todas sus herederas. ¡Y menos mal que no tenemos cola de chancho!

La idiosincrasia familiar, nuestra herencia menos tangible, no morirá del todo, yo se la pasaré a mis hijos y mi hermana a los suyos (aunque sea sólo como cuento folklórico). Si lo pienso bien, fue así que llegó a nosotras, gracias al impulso de las mujeres de mi familia, quienes según mi madre –yo no le creo– poseen el don de saber cuando sus vástagos están en peligro cada vez que les hinca el seno derecho.

Definitivamente, mi descendencia tendrá algo más que compartir con sus hijos y si éstos están muy globalizados como para entendernos, entonces los pondré a leer “Cien años de soledad” o a ver alguna película de Almodóvar.
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2 comentarios: on "Leyendae Familiaris. Re-cuento familiar en Realismo Mágico Peruano"

Tu hermana dijo...

Y justo ayer que me mordia la lengua pensaba en mi padre que por "coincidencia" siempre llegaba hambriento luego de una mañana cargada de trajines.... Estaria nuevamente sin almorzar???. Recuerdo perfectamente lo de los sueños y mas que el seno derecho, es el latido fuerte del corazon para saber que tu hija te necesita (comprobado lo tengo). Lo del cuy???...aqui nadie entiende que son animalitos para comer, pero claro, no tienen que esconderlos de mi que solo los comeria hechos de mi madre con su tipica salsa picante huanuqueña, receta heredada de la gran cocinera que fue mi abuela Aquicha. Besos

Olivier dijo...

Fue un error de táctica ponerle el nombre de Pancho al perro...